La
técnica que asegura orgasmos más intensos, tanto para él como para ella
Cada vez nos lo ponen (y
nos lo ponemos) más difícil, entre unos y otros estamos convirtiendo el sexo en
una maratón de ejercicios sólo aptos para forzudos y atletas consumados. Lo que
sea con tal de llegar al éxtasis.
Que si el calentamiento,
que si los preliminares, que si hay que repetir ciertos movimientos variando el
ritmo y la intensidad, que es importante la sucesión permanente de posturas…
¡Para el carro! Ya sabes lo que se dice, que los pequeños (y sutiles) detalles
son los que marcan la diferencia.
Hablemos claro de una
vez por todos. No todo es cuestión de fuerza ni todo se reduce al mete-saca, ni
al embestir, frotar, embestir, frotar… ¡Qué no! Por supuesto que hay momentos
para todos y que no hay nada más liberador que dejarse llevar por los arrebatos
y la pasión desenfrenada.
Pero, ¡ojo! Para mejorar
nuestra vida sexual a veces ‘menos es más’. Me explico: si sois una pareja
atrevida y os gusta innovar seguro que lo habéis probado todo (juguetes
sexuales, posturas imposibles, disfraces, cachetes y mordazas a lo Grey, etc),
¿y? ¿no habéis obtenido los resultados esperados?
Pues
deberíais cambiar de táctica, dar un giro de tuerca a vuestros encuentros
sexuales poniendo en práctica una técnica milenaria, que proviene de la India.
Se
trata del famoso pompoir, que en francés significa algo así como ‘chupadora’, y
consiste en estimular el pene del hombre con la vagina, como si lo estuviera
succionando.
La postura adecuada para
practicarlo es la ‘vaquera’, en la que la mujer está encima del hombre. El
hombre debe adoptar un papel pasivo y dejar que sea ella la que marque el
ritmo. Es una costumbre milenaria que ha quedado relegada al olvido quizás
porque en el sexo todavía colea eso de que el hombre es el que manda, y además,
no es sencillo de realizar.
También conocido como
‘el beso de Singapur’ o ‘el toque de flauta’, este movimiento implica una gran
destreza por parte de la mujer. Algunas poseen esta habilidad de manera natural
pero lo normal es que haya que entrenar el músculo en cuestión.
Con este movimiento la
mujer consigue que la vagina produzca un efecto semejante al de la boca durante
el sexo oral. Pero en lugar de moverse cabalgando o embistiendo, ella utiliza
el músculo pubocoxígeo para estimular la erección masculina, lo que se traduce
en orgasmos más intensos tanto para él como para ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario