Un periodista nunca debería protagonizar las crónicas que
escribe. Entonces supongamos que esto le ocurrió a un tal Juan Pérez, que vive
en Buenos Aires. Rara sorpresa recibió este porteño (así se los llama a los
habitantes de la capital argentina) cuando le llegó a su casilla de correo
electrónico un mensaje desde otro país latinoamericano, de una María García,
dirigido a un también Juan Pérez, en el que le avisaba que su marido había
salido a hacer las compras con su hijo pequeño y que faltaría durante un par de
horas, por lo menos.
El marido se había llevado al hijo pequeño, por lo que Juan
podría ir a la casa de María para tener un encuentro amoroso con toda
tranquilidad. María describía apasionadamente lo que podrían hacer durante ese
lapso y también sobre cuánto lo extrañaba y amaba.
El periodista pudo leer largo y tendido casi toda la
historia de la relación entre su homónimo y María, pues el mail recibido estaba
formado por idas y vueltas de mensajes electrónicos, en el que incluso se
usaban las direcciones laborales de los amantes. Por estas se deducía
fácilmente que los amantes trabajaban en la misma compañía. Incluso, después de
cada mail, figuraba la firma automática y el cargo que ocupaba cada uno en la
empresa. Muy sencillo de identificarlos, sobre todo por Linkedin o Facebook.
Al periodista le dio vergüenza terminar de leer el mail. Le
avisó a su propia esposa: “Querida, mira lo que recibí. Yo no soy ese Juan
Pérez”. Esta lo leyó con un dejo de desconfianza y se fue sin hacer
comentarios. Luego, el cronista le mandó un correo electrónico a María García
en donde le explicaba que él no era el Juan Pérez objeto de su pasión. ¿Qué
había pasado? El Juan Pérez caribeño tenía una dirección juanperez@… Mientras
que el argentino era juan.perez@… Un solo punto había provocado el error de envío.
Aunque de toda esta historia surgen varias enseñanzas.
Si quieren mandarse correos electrónicos con su o sus
amantes, no deberán hacerlo desde los emails laborales, ya que estarán dando
muchos datos a parejas oficiales y a eventuales gerentes de sistemas curiosos.
Utilizar seudónimos sería lo más saludable.
Tampoco usen la función Responder. Con esto se crearía un
largo historial amatorio, ideal para que las parejas oficiales se enteren de
todos los detalles del engaño.
Además, deberían chequear con cuidado a quién le están
mandando el mail, antes de hacer clic en Enviar.
Si la herramienta de comunicación entre los amantes es el
WhatsApp, y se quiere borrar archivos multimedia como fotos y videos de las
conversaciones, al hacerlo en la línea de tiempo, no habrá que olvidarse que
debe estar cliqueada la casilla Eliminar archivos multimedia del teléfono. De
no ser así, aunque no se vea en la app, aparecerá en la función Galería del
smartphone. Fácilmente incriminatorio.
En cuanto al tema central, el tener o no tener amantes,
¿quién es uno para dar consejos?
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