Ser madre de
un pequeño de 2 años es agotador, para ponerlo en perspectiva, es casi cómo
jugar cuatro partidos de fútbol, dar tres conciertos de rock y lavar la ropa de
toda la infantería de marina de los Estados Unidos; obviamente, me refiero a
lavarla a mano.
Debo
confesar que existen días, cuando mi esposo llega del trabajo, en que estoy tan
cansada que no quiero ni hablar, solo darme un baño y acostarme a dormir. Pero,
¿qué se puede hacer para convertir esta larga y dura rutina diaria en algo
menos estresante y agotador?
La respuesta
de muchas mujeres, madres y otras que no lo son, por lo general es algo así:
“Busca tiempo para ti”… Pues bien, lamento decirles que eso es aun más trabajo
y requiere un sinfín de maniobras que convierten ese “tiempo para mí”, en una
utopía extraordinaria.
Es por ello,
que he decido aprender a buscar dentro de la misma rutina de mi pequeño,
momentos de relajación que, aunque no me permiten darme un masaje de 35 minutos
o ir al spa por un par de horas, si me regalan tiempo para desconectarme y
consentirme.
Cada mañana,
cuando mi pequeño comienza a gritar “¡mamá!”, a las 5:45 am, me levanto,
preparo su tetero y me acuesto con él bajo las cobijas. Esos 8 minutos mientras
se toma el tetero, cierro mis ojos y medito. Le pido al universo fuerza y
paciencia para enfrentar ese nuevo día y me cargo de energía positiva.
Tener tiempo
para bañarse es un reto que todas las madres que nos quedamos en casa
experimentamos. Es por ello que he convertido el corral de mi hijo, en uno de
sus lugares favoritos. A veces es un barco, otras veces es un carro, en otras
un tren.
Mientras el
juega a recorrer el mundo yo, desde la ducha, le observo y esto me da
aproximadamente 30 minutos para bañarme, vestirme y arreglarme con calma y
tranquilidad.
Mientras mi
hijo come su snack, me siento junto con él en la mesa de la cocina, saco mi
libro de colorear y dibujo por un par de minutos. A veces, pongo música
clásica, algo que mi pequeño también disfruta y le ayuda a relajarse, igual que
a mí.
Cuando vamos
al parque, mientras le miro jugar, me tomo una taza de café o de mi té
favorito. Este es uno de esos momentos en los que saboreo cada gota mientras
veo a mi hijo gozando cada minuto.
Convertir la
siesta de tu pequeño en una rutina es fundamental. No solo porque le ayuda a tu
hijo a mantenerse descansado y desarrollarse sanamente, sino que te proporciona
tiempo para emplearlo en lo que más necesites.
Igualmente,
el que tus hijos vayan a la cama temprano, además de ser científicamente
comprobado que les ayuda con su desarrollo cerebral, es una excelente forma de
adquirir horas para compartir con tu pareja. Desde tomarse una copa de vino
juntos, hasta ver una película en la televisión.
Poder
encontrar segundos de tiempo para ti en tu rutina como madre solo requiere de
imaginación, mantener una rutina sana y recordar que darle a tu pequeño atención
24/7, no significa dejar de buscar espacios para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario