Los
cigarrillos electrónicos se inventaron con la promesa de ser mucho más ‘sanos’
que los cigarrillos tradicionales. Que ‘vapear’ (así se conoce al acto de usar
uno), no es para nada peligroso. Pues bien, un estudio llevado a cabo en Hong
Kong ha demostrado que este tipo de aparatos contienen nada más y nada menos
que un millón más de sustancias cancerígenas que el aire contaminado de una
gran ciudad.
El
área de salud de la ciudad de Hong Kong ha solicitado al gobierno chino la
absoluta prohibición de los cigarrillos electrónicos. El motivo, una
investigación realizada en la Universidad Baptista, que ha encontrado, entre
muchos cancerígenos, uno que es especialmente dañino: una sustancia creada para
retardar la combustión que genera el vapor y que podría dañar de manera
irreversible los espermatozoides de los hombres.
Para
llevar a acabo el estudio, los autores analizaron 30 marcas diferentes de
cigarrillos electrónicos. En todas ellas encontraron un nivel insano de PAH
(hidrocarburos aromáticos policíclicos), unas sustancias químicas que también
se encuentran en el ambiente de las zonas en las que hay refinerías
petrolíferas y también en las ciudades atestadas de tráfico.El doctor Chung
Shan-shan, investigador jefe del trabajo y profesor de biología de la
Universidad Baptista, asegura que los niveles de PAH son un millón de veces más
altos que los que hay en la atmósfera de la ciudad de Hong Kong.
Otros
tipos de sustancias peligrosas encontradas por los investigadores son los
polibromodifenil éteres (PBDE), también habituales en los productos
electrónicos y en los muebles. Cada cigarrillo de tabaco cuenta con unos 5
nanogramos por milímetro, mientras que en los electrónicos esta cifra se
dispara hasta los 1.490.
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