Miras de reojo la lavadora en el programa
«centrifugado» lanzándole miraditas coquetas. En el restaurante, le lanzas la
servilleta... que resulta que son tus braguitas. ¡No hay nada que hacer! Es
imposible suscitar un poco de libido, ¡tu hombre ya no te desea! Es necesario
detectar las causas para poder encontrar pistas para la solución y así
recuperar una sexualidad plena.
Erección
y deseo: ¡cuidado con el círculo vicioso!
Entre
el hombre y el deseo, no hay tantas complicaciones, al menos aparentemente. «En
los hombres, una erección constituye el claro símbolo de su deseo palpitante»
resume Nathalie Giraud Desforges. El calor en su miembro y la turgencia son
señales de las que fiarse. Entonces, cuando su sexo brilla por esta ausencia de
garbo e insiste en no erigirse, deducimos que no existe ningún deseo.
Los
motivos de esta falta de ganas son diversos. La primera cosa a hacer es
centrarse en la erección mañanera. Si no se produce, podemos suponer que el
problema de erección tiene un origen fisiológico (hormonal, vascular...). En
caso contrario, apostaremos por un origen psicosomático (ansiedad, estrés,
angustia sexual...).
Cuando
los gatillazos se vuelven crónicos, pueden comportar estrés, lo cual a su vez
causará el próximo gatillazo. Para poner fin a este círculo vicioso, a veces
resulta útil consultarlo con un médico.
Un
fallo de deseo primario o secundario
Una
vez descartada la cuestión fisiológica, hay otros factores que pueden
constituir el origen de este problema. Ante todo, es necesaria una evaluación
de la situación. ¿Cuándo empezó esta situación? «La falta de deseo puede ser
primaria o secundaria» matiza Nathalie Giraud Desforges.
Una
falta de deseo primaria
En
algunas parejas, el deseo ya no estaba en las primeras citas del inicio de la
relación. Se ha podido esconder con afecto o episodios románticos, por ejemplo,
para poco a poco brillar por su ausencia. «La sexualidad no siempre es el botón
de arranque de la relación» explica la sexóloga. Las mujeres pueden entender
esta atención como una señal de respeto, y no será hasta más tarde que
aparecerá la inquietud sobre lo que se considera una carencia.
Mucho
respeto
A
veces sucede que el hombre respeta demasiado a su mujer. Entonces confiere a su
pareja la posición «alta» y la sublima. El sentimiento amoroso acaba por
interferir en un deseo más trivial.
El
temor de las mujeres
La
liberación de la sexualidad femenina puede tener efectos perversos, en la mente
de algunos hombres. La afirmación del deseo al mismo tiempo viene a conmocionar
los códigos de virilidad establecidos. Incluso aunque el hombre lo defienda,
cuesta encontrar su lugar. Además, la presión de la obligación de gozo por
parte de su pareja es fuerte. De ahí los bloqueos. Por no correr el riesgo a
decepcionarla o por miedo a no estar a la altura, evita pasar a la sexualidad.
Una
falta de deseo secundaria
Hace
poco, el simple hecho de veros con unas braguitas rojas o recordar ese momento
en el que habíais hecho salvajemente el amor por primera vez bastaban para
alterar sus sentidos, enloquecer su libido... ¡Eso ya no sucede! «Forzosamente
existe un elemento desencadenante, por lo que es necesario cuestionarse las
circunstancias antes y después» explica Nathalie Giraud Desforges.
Los
factores emocionales
El
deseo de un hombre es frágil, algunos hechos pueden afectar a su libido, sin
tan solo ser consciente de ello. Una mudanza, un despido, la pérdida de un
pariente o un accidente pueden afectar a su sexualidad.
La
desinversión de la relación
La
falta de deseo también puede comportar el cuestionamiento de la relación. «La
pérdida de libido en un hombre puede ser un signo de disfunción en la pareja»
afirma nuestra experta. Coged las riendas de vuestra relación. ¿Qué otras cosas
hacéis juntos? ¿Es lo único que ya no hacéis? Si se ven afectados otros ámbitos
además de la sexualidad, entonces la pérdida de deseo es un síntoma de un
problema más importante que debéis abordar.
Una
infidelidad
La
pérdida del deseo, por su parte, también puede revelar la presencia de otra
pareja. Si ese es el caso, todo un conjunto de signos deberían corroborar la
situación.
La
llegada de un niño
A
veces, la pareja vive el embarazo como una nueva oportunidad erótica, gracias
al baile de hormonas, y un cuerpo con plenas curvas, bien aceptado. Y una vez
llega el niño, luego ya nada. ¿Qué le sucede? «La causa es el cambio de estado,
el paso de mujer a madre y también la nueva situación de padre» recuerda
Nathalie Giraud Desforges. Incluso aunque pueda parecer banal y conocido, no es
más que la realidad. Además, si ha estado presente en el parto, puede que se
haya quedado negativamente impactado en el plano sexual, pero no lo sabe. Pocos
están realmente preparados y hay muchos que aceptan bajo presión, lo cual
genera efectos desafortunados.
Pérdida
de deseo: es necesario hablarlo
Si
la situación continúa, existen riesgos. Y todavía más cuando el desequilibrio
aparece con una demanda de la pareja que no ha sido cubierta. «La mujer puede
cansarse de esperar o bien experimentar un sentimiento de rechazo» precisa
nuestra experta. Las consecuencias diarias pueden ir desde la agresividad al
sentimiento de infidelidad, o incluso una ruptura. Es necesario hablar de ello.
¿Cómo
hacerlo? «El diálogo en torno a la sexualidad y todavía más sobre la pérdida de
deseo en un hombre resulta delicado» recuerda Nathalie Giraud Desforges. Es
importante escoger el lugar y el momento adecuado. Necesitáis intimidad y
tiempo para abordar el tema con benevolencia. «Resulta fundamental evitar caer
en los reproches, es mejor partir de la observación de los hechos y de vuestros
sentimientos. Hablad de vosotros, expresaros aunque resulte difícil» añade
nuestra experta. Además, relativizad vuestras esperas. Este tiempo de diálogo
puede comportar cambios, o no. «Programar un cambio radical, como por arte de
magia, no es una idea muy realista» previene la sexóloga. Lo más normal es que
sea una primera etapa.
Si
el problema se convierte en algo crónico, será mejor consultarlo con un
especialista para buscar una solución. Una vez descartado el problema
fisiológico, podéis acudir a un sexólogo o un psicoterapeuta de pareja. Esto lo
podéis hacer en pareja o solos. De este modo, esta dificultad puede dar lugar a
nuevas oportunidades en la pareja para conseguir una sexualidad más plena.
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